Lo obvio que no se muestra
En noviembre de 2012, en El Defensor del Norte Argentino se
publicó un artículo titulado “La pedocriminalidad en Salta”, el cual abordaba
la problemática del abuso sexual que han padecido los niños salteños en los
últimos tiempos. Recientemente el portal Iruya.com ha subido un texto que versa sobre lo mismo. La diferencia es que en este texto se parte desde el final del
asunto. Es decir, mientras que en nuestro blog nosotros mencionamos casos
policíacos para señalar que algo siniestro amenaza a Salta, en el otro portal
llaman la atención sobre la enorme cantidad de sentencias judiciales que,
mensualmente, emiten los juzgados salteños con el propósito de condenar a
hombres adultos que han abusado de menores de las edades más diversas. La
diferencia de enfoques, quizás, es significativa: en tanto que nosotros tratamos de retratar
al delito desde su concepción y en ambientes extrafamiliares, ellos se limitan a horrorizarse cuando la
justicia ya ha sido servida para castigar los crímenes cometidos en espacios intrafamiliares.
De todos modos no deja de ser
bienintencionado el mentado artículo de Iruya.com. El mismo señala que los
jueces obran casi con indiferencia ante esta realidad aberrante, ya que se
limitan a dictar sentencia y, sólo en ocasiones especiales, agregan algún tipo
de recomendación como que el condenado, además de ir a prisión, sea sometido a
un tratamiento para acabar con su adicción al alcohol o a las drogas. Según el
autor del texto, mientras que desde su puesto muchos jueces han exhortado al
gobierno provincial a que actúe con mayor ahínco y profundidad frente a otras
cuestiones (como en el caso de la violencia en contra de la mujer o de la eliminación de lo religioso en las escuelas públicas), prácticamente no hay juez alguno
que haya hecho lo mismo con respecto al asunto del abuso a menores de edad.
Décadas de decadencia
Optar por los niños equivale a
enfrentarse a los cabildeos de feministas, abortistas, drogones o causas de esa
índole. ¿Cómo se le puede exigir al gobierno que proteja a una niña de su
padre, padrastro, tío, abuelo o vecino adicto, si al mismo tiempo el gobierno
le está facilitando el cultivo de sus adicciones al depravado? ¿Cómo trabajar
para evitar que un niño sea violado por un adulto, si a esos enfermos que los
violan hasta les permiten casarse y adoptarlos como hijos?
El gobierno ha trazado una línea
en relación a la niñez y ha escogido de qué lugar quiere estar. En este caso ni
siquiera tratan de ser ambiguos, ya que entienden a la familia como una enemiga
de los proyectos del espíritu del presente.
Desde 1987 la Argentina viene padeciendo
de la sistemática destrucción de la institución familiar. Todo comenzó cuando
se aprobó la nefasta ley que le permite divorciarse a dos personas casadas.
Antes de la sanción y promulgación de esa catastrófica norma legal, los
matrimonios argentinos también se rompían, pero, al no ser dicha ruptura
homologada por el Estado, no existía la promoción de la desarticulación
familiar: antaño uno se casaba para formar una familia y podía ocurrir que ello
fallase, ahora, en cambio, uno se casa para ver si es factible superar el
fracaso e intentar a partir de ello formar una familia. Es decir, el divorcio
invirtió la planificación familiar: ese acto de ruptura legal del contrato
matrimonial trivializa al matrimonio mismo, poniendo al individuo por sobre la
pareja, como si casarse fuese un acto que sólo involucra a una persona.
Muchos de los abusos a menores
que acontecen hoy en día son producidos por familiares indirectos de las
víctimas, o dicho de otro modo muchas veces cuando una mujer se amanceba con su
nueva pareja, se lleva consigo a la prole gestada con su anterior hombre, lo
que hace que chiquillas y chiquillos queden a la merced de tipejos y tipejas
que no sienten la suficiente repugnancia que los salve de someter sexualmente
al inocente, ya que, claro, no se trata en realidad de su misma sangre. El
polémico caso de una nena violada que abortó a su hijo hace apenas unos pocos meses en Salta nació de ese tipo de unión: un hombre que –invitado a un nuevo
hogar por su nueva mujer– se tentó ante la carne más joven.
Otra situación penosa que hoy en
día nos parece no sólo de lo más normal sino también de lo más adecuada son
las madres solteras. Nadie puede negar que en este país hay una manifiesta
intención de proteger y promover la maternidad, lo cual, a primera vista,
parece loable; sin embargo esos beneficios recaen indistintamente en mujeres
que tienen o que carecen de parejas estables, vale decir en mujeres cuyos hijos
e hijas son debidamente protegidos o en mujeres cuyos hijos e hijas son expuestos por ellas mismas a situaciones de riesgo moderado o alto. Ciertamente no estoy sugiriendo que una madre soltera deba ser
apartada de la sociedad, pero no sería malo que deje de promocionarse la idea
de que la mujer que se encuentra en ese escenario es una suerte de guerrera que
se abre camino en el mundo contemporáneo, cuando la realidad nos muestra
normalmente a una mujer de la que hay que compadecerse por su fragilidad e
infortunio, una mujer que no sólo necesita de ayuda material para sobrellevar
un embarazo y la crianza de su descendencia, sino que, principalmente, requiere
de sustento espiritual para formar personas que el día de mañana no devengan en
escoria social por no haber contado a lo largo de su vida con los modelos y
actores familiares adecuados.
La acción
Tal vez no sea un despropósito pedir
que se declare la “Emergencia de Edad”. Con dicho concepto no se esta agregando
un nuevo y perverso cabildeo a los muchos existentes, se está proponiendo, de
hecho, el fin de los otros cabildeos. Una cruzada por los niños es el arma más
poderosa para combatir a toda la piara de perversos, degenerados y cínicos que,
de modo egoísta, promueven consignas que significan enormes beneficios para
ellos, y gigantescas desgracias para el resto de la sociedad.
Por estos días al Juez Víctor Soria quieren destituirlo porque, simplemente, se negó a autorizar que un niño salteño sea torturado y masacrado impunemente en el vientre de su madre. Si cada vez
hay menos voluntad para ayudar a sobrevivir a un indefenso niño al que le
faltan unos meses para nacer, ¿qué esperar entonces ante el que ya ha nacido? Creo
que sería interesante ver a Soria, que es un Juez de Familia, levantar la
bandera para promover la
Emergencia de Edad: ello demostraría que su acción no ha sido
machista o misógina, sino que lo están persiguiendo por el pecado de proteger
a la niñez.
De todos modos la iniciativa de
un solo individuo está condenada al fracaso si no logra contagiar a los demás. Recuerdo
al Diputado Nacional (MC) Alfredo Olmedo proponiendo a la castración quirúrgica, a la prisión perpetua y al trabajo obligatorio y a la remuneración a la víctima como instrumentos para combatir las violaciones de adultos y niños en el ámbito intrafamiliar, pero
recuerdo también la falta de apoyo y el debate mal conducido que esas batería
de ideas tan positivas sufrió en Salta y en el resto del país. Es que el
argentino promedio no está acostumbrado a pensar, porque tampoco está
acostumbrado a actuar: es cierto que mucha gente sale a las calles cuando la
marea ha crecido, pero también es cierto que los niveles de tolerancia al padecimiento
en la Argentina
son demasiado altos. Aquí se depende demasiado de la voluntad de las
autoridades, por lo que muchas cosas se demoran años en producirse debido a que
la gente no tiene la costumbre de comprometerse con las causas más nobles y de
organizarse para hacerlas avanzar.
Recientemente en España un grupo
de jóvenes ideó el “Proyecto Pilla Pilla” que no es más que una iniciativa
ciudadana destinada a combatir a la pederastia: lo que estos muchachos hacían
era crear perfiles falsos en las redes sociales fingiendo ser menores, y luego
los usaban como anzuelos para contactar a adultos que acordaban citas creyendo
que iban a poder mantener relaciones sexuales con niños y adolescentes; al
llegar al punto de encuentro, los degenerados eran interpelados por los
jóvenes, que registraban todo con cámaras de video y usaban ese material para alertar a
la población sobre qué clase de vecinos tienen. La idea de ellos era la de
ofrecerles a los menores de su patria la posibilidad de gozar de una vida sana
y segura, una necesidad básica que al gobierno español (al igual que el
gobierno argentino) parece no interesarle satisfacer.
Probablemente los granos de arena
construyan barreras para frenar la inundación que ocasiona el diluvio
contemporáneo, pero la solución definitiva es un proceso de largo plazo: hace
falta educar, pero no para construir una nueva y miserable civilización como
quieren las sinarquías decadentistas que promueven el hembrismo, el abortismo,
el aberrosexualismo y demás perversidades, sino educar para que la pureza del
corazón vuelva a ser nuestra guía.
Antonella Díaz
Investiguen a la juez Zunino de Tartagal, que es la jueza del caso Ashanti en donde una chica de 14 años fue filmada haciendo el baile del caño mientras muchos la manoseaban. La Zunino es jueza de familia y si hay alguien a quien le importa un bledo el bienestar de los niños es esa mujer.
ResponderEliminarComo para que se hagan una idea de lo que es la Zunino: dio en adopción a una chica de 12 años, que fue devuelta por la familia que la adoptó. Entonces trató de reubicarla con la madre de la chica, pero la mujer se negó debido a que tenía problemas económicos. Así fue que la Zunino buscó al padre, un tipo que nunca había tenido contacto con la chica. Lo obligó a que se la lleve a vivir con él. Al poco tiempo la chica denunció que el padre abusó de ella estando borracho. Y si, todos lo veían venir, menos la jueza Zunino.
ResponderEliminarQue bronca me da que haya tantos degenerados sueltos y haciedno de las suyas
ResponderEliminarPamela
Bien por el pilla pilla, para mi los peores seres son esos tipejos que abusan de niños varones, los contagian de homosexualidad y despues lanzan el virus al mundo. Si no se acaba con los abusadores de niños, nunca se va a curar la homosexualidad.
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