El uniforme
deshonrado
Si por estos días alguien visita
el penal de Villa Urquiza en San Miguel de Tucumán, comprobará una incómoda
verdad: la cárcel alberga a varios policías. Y no se trata de oficiales a los
que se los acusa de haberse desempeñado de manera irregular –violando algún
tipo de procedimiento estandarizado para el combate contra el crimen–, sino de
gente sospechada de haber cometido los delitos que se supone que deben evitar.
Los casos son varios: miembros de
la Brigada Norte
acusados de exigirle una coima de treinta mil pesos a un sospechoso agricultor chaqueño; agentes de la
Brigada de Investigaciones acusados de emplear detenidos para realizar robos en countries; un ex-comisario de Lules acusado de tener una camioneta
“melliza”; y otro importante funcionario policial acusado de estar involucrado en el asalto al shopping Solar del Cerro.
Esta realidad deja entrever que la Policía de Tucumán está
infectada de corruptos que devalúan la imagen de la institución ante la
sociedad. Para intentar enmendar ello, se ha establecido en la provincia una
línea telefónica anónima, para que los ciudadanos puedan realizar denuncias en
contra de los miembros de la fuerza. Ciertamente aún es imposible medir el
éxito de esta iniciativa, la cual, por ahora, sólo muestra que el gobierno sabe
perfectamente que la situación policial se les ha ido de las manos.
Circo 9 de Julio
En este escenario desfavorable
para la política de seguridad del gobierno estalló el Parque 9 de Julio. Fue
después de que se difundieran dos rumores de violación. En el primer caso, una
estudiante de Trabajo Social de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNT (situada en el interior
del Parque 9 de Julio, junto a la
Facultad de Psicología y a la Facultad de Odontología,
en una zona conocida como Centro Prebisch) denunció haber sido raptada en la
intercepción de las avenidas Benjamín Aráoz e Irineo Leguizamo, justo frente a
la cámara de vigilancia que no captó nada acerca del asunto, pese a haber
ocurrido a las tres de la tarde en un día de semana, momento en el que decenas
de automóviles y peatones transitan por el lugar. Aparentemente la joven fue
obligada a subirse a un auto que llevaba los vidrios polarizados, fue violada
en un lugar que no se ha especificado y, concretado el acto, fue llevada por
los presuntos agresores hasta la puerta del Centro Prebisch, desde donde la
joven atravesó con la ropa rasgada los pasillos de la Facultad hasta entrar en
un baño en donde fue hallada llorando.
Y como si no fuera lo
suficientemente inverosímil ese caso, al poco tiempo otra joven aseguró haber sido violada en las inmediaciones del Centro Prebisch a las once de la mañana,
luego de ser interceptada por un pervertido mientras iba camino a la Facultad de Odontología a
sacar un turno de atención en los consultorios gratuitos del lugar. La
diferencia de este episodio con el anterior es que la joven, tras haber hecho
la denuncia, le confesó a la policía después que lo suyo no era más que una
patraña inventada por ella: todo se habría tratado de una aventura sexual que
la joven mantuvo con su novio quien, a su vez, era un completo desconocido para
los padres de la falsa víctima, y de allí habría surgido la necesidad de
levantar falso testimonio.
Estas pastorcillas mentirosas no
fueron un problema, sino que el problema aquí comenzó cuando los estudiantes de
la Facultad
de Filosofía y Letras y los de la
Facultad de Psicología decidieron tomar los respectivos
edificios en donde funcionan esas ramas de la UNT en protesta por la inseguridad que se ven
obligados a sufrir. La policía, mientras investigaba los opacos hechos, sugirió
que la flagrante falta de pruebas los hacía suponer que todo se trataba de un
asunto político interno. Ante esta hipótesis más que plausible, los estudiantes
universitarios reaccionaron de la peor manera.
Por supuesto que la toma de las
facultades no tardó ni un segundo en desviarse en cualquier dirección posible,
sumándole al reclamo de mayor seguridad toda una serie de peticiones que buscan
convertir a una universidad pública en una suerte de espacio de lujo y confort
totalmente gratuito para quien la frecuenta. Pero más allá de eso, lo
interesante es observar toda la histeria que se generó alrededor del asunto:
las redes sociales se llenaron de comentarios de hombres sin hombría y de mujeres
al borde de un ataque histérico que pedían mayor presencia de policías en el
parque, pero también mayor calidad policial.
La prensa puso su grano de arena
a la hora de alimentar la paranoia persecutoria: Miguel Velardez, un
experimentado “periodista” de la sección de policiales del diario La Gaceta ,
escribió que “no fue ningún discurso lo que vivió ayer una joven, de 22
años, en el parque 9 de Julio [se refiere a la muchacha que se desdijo el mismo día en que su artículo
salía publicado]. A las 11 transitaba por
la avenida Benjamín Aráoz y fue violada en la zona de "El Lago San
Miguel". Esa noticia no fue una paranoia de los medios. El hecho existió,
la denuncia está escrita, el miedo quedó instalado.”
Quizás lo peor de todo esto es
que se cae en la perversa práctica de sexualizar el delito para
espectaculizarlo. Es decir, la zona del Parque 9 de Julio registra casos
reiterados de vandalismo, prostitución de homosexuales, hurto y venta de droga,
pero en lugar de plantear una estrategia para reducir
ello (identificando y neutralizando a los delincuentes, que van desde los habitantes
del Pacostán, hasta los gitanos y los propios estudiantes universitarios) se propone
trabajar en cuidarle la vagina a ciertas mujeres de la agresión de un pene
imaginario.
Yerba Brava
En la localidad de Yerba Buena la violencia no es imaginaria como en el parque 9 de Julio, sino que es bien real. Por estos días la sufren especialmente los vecinos que poseen comercios en la zona, ya que se ha desencadenado una ola de asaltos. El acontecimiento es extraño, porque se produce justo después de que se hiciera público el enfrentamiento entre el Gobernador José Alperovich y el Intendente Daniel Toledo, debido al paupérrimo desempeño que en esa localidad tuvo el Frente para la Victoria en las últimas PASO. Circula mucho rumor sobre la intención de Alperovich de que Toledo renuncie a su cargo para poner en su lugar a gente más próxima a su riñón político.
Sabiendo que entre las filas de la policía provincial hay numerosos corruptos infiltrados, entonces no es una locura pensar que la ola de pánico que sufre Yerba Buena no tiene por origen la sola iniciativa del hampa.
Ángela Micaela Palomo