Nuria la Espuria
Nuria Nieva Ocampo es una
madre veinteañera que en el mes de enero desapareció de su hogar de San Salvador
de Jujuy, y reapareció unas horas después en Libertador General San Martín
pretextando haber sido secuestrada. El relato de su supuesto secuestro estaba
tan lleno de contradicciones e inverosimilitudes que bastaba un poco de
indagación para concluir como hace unos días concluyó la Fiscalía que investigaba el caso: el evento denunciado nunca pasó, al menos no como la autora pretendía
hacernos creer que pasó. Por tanto, en la actualidad, la opinión mayoritaria
sobre Nuria Nieva Ocampo es que ella no es más que una vil embustera. Un poco
de revisión sobre el asunto determina que la mayoría, esta vez, ha dado en el
clavo.
El móvil
¿Por qué una mujer
mentiría sobre algo como esto? Difícil saberlo con exactitud, pero todo indica
que lo de Nieva Ocampo habría sido un montaje para llamarle la atención a
alguien, probablemente a su pareja. Es decir, al poco tiempo de reaparecida –y
tras la gran repercusión que tuvo el caso– se supo que ella mantenía una
relación muy frágil con su novio, lo que, en las semanas previas a la fugaz
desaparición, habría motivado el desarrollo de un macabro historial de envío de
mensajes de texto anunciándole su deseo de suicidarse. Es muy probable, por
tanto, que la historia del secuestro la haya inventado Nieva Ocampo con la
intención de sensibilizar a su insensibilizada pareja, esperando luego obtener el
diálogo que de otra manera le era negado. Muchas veces, cuando la mente está
enceguecida por los calores de la pasión, las personas hacen estupideces.
Lo polémico empezó cuando
la ficción de Nieva Ocampo comenzó a circular por las redes sociales y llegó
hasta los medios digitales jujeños –siempre ávidos éstos de hacerse eco de lo
que se está hablando en las calles–: algo que estaba pensado para impactar en
unas pocas y selectas personas, terminó después convirtiéndose en un asunto de
preocupación pública.
Paranoia e histeria
En estos días está muy
instalada la idea de que es muy probable que hayan vehículos no identificados
merodeando en las calles argentinas con el propósito de servir de instrumento
para el rapto y la desaparición de mujeres desprevenidas. En la década de 1970
una leyenda urbana similar circulaba, pero se decía en aquel entonces que
quienes tenían grandes chances de desaparecer eran aquellos que estaban vinculados
a agrupaciones subversivas. La diferencia entre una y otra ficción, es que
antaño se pensaba en el desaparecido como un culpable que recibía una suerte de
castigo propinado por las Fuerzas del Orden debido al estilo de vida que
llevaba, mientras que ahora se piensa en la desaparecida como una víctima
inocente que padece la desgracia de haberse cruzado con un poder perverso que
lucra con la denigración humana.
No estoy diciendo que hace
unas décadas atrás no hayan habido operativos para detener gente de manera subrepticia, pero si estoy diciendo que los mismos no se realizaban azarosamente:
los subversivos “secuestrados” caían tras ser exhaustivamente investigados,
pues los protectores de la patria no apuntaban en contra de inocentes. Las mujeres
que dicen ser secuestradas ahora –al menos unas cuantas de entre ellas–
sostienen que vivieron el infortunio de haberse convertido en objetivo de los
delincuentes sin haber hecho ningún mérito para ello, similar a como sucedía en
el siglo XIX con los malones indios que visitaban las localidades más
vulnerables de la campiña pampeana y se llevaban consigo a la madre, a la
hermana o a la hija de alguien como botín.
Es tan potente y
redituable el mito de las pobrecitas cautivas contemporáneas que se ha vuelto
común que pululen las ONGs hembristas que defienden a capa y espada a aquellas
mujeres de las que se duda de la veracidad de sus relatos sobre desaparición
y/o esclavitud. En este aspecto se suelen desatar verdaderas olas de histeria
femenina, que se manifiestan a través de indignados y furibundos comunicados de
prensa.
La desestimación de la
denuncia del caso de Nuria Nieva Ocampo produjo su correspondiente escuadrón de
defensoras, que no dudo de poner en duda el trabajo de la Fiscalía y tejer
subsiguientemente una serie de teorías conspirativas para demostrar que la
verdad está de su lado.
La mala fe de Mariana
Vargas o la falta de argumentos válidos
Fueron varias las
agrupaciones izquierdistas y dedehachehachistas que salieron a defender a Nuria
Nieva Ocampo, pero fueron las fanáticas hembristas las que más intensamente lo
hicieron. Éstas denunciaron que funcionarios del Estado provincial estarían
interesados en ocultar la existencia de redes de trata de personas en Jujuy
(especulando con el hecho de que, probablemente, alguien del Poder oficial
estaría vinculado a las organizaciones delictivas).
La abogada Mariana Vargas
–que es la cara más visible del extremismo hembrista en la provincia– realizó
una conferencia de prensa para criticar a la Fiscalía que investigó el
caso, enfatizando dos asuntos: la metodología aplicada para sacar conclusiones
y la hipermediatización del proceso.
Sobre lo primero la
letrada cuestionó que las acciones de la Fiscalía tuvieran por objeto el poner a prueba la
veracidad de las declaraciones de Nieva Ocampo en lugar de averiguar si la
narración de la denunciante tenía algún tipo de correlato real. Al parecer a
Vargas le cuesta aceptar que el refutacionismo es un modo completamente válido
para proceder en un escenario como el planteado por Nieva Ocampo.
Ahora bien con respecto a
lo otro, vale decir con respecto al papel de los medios masivos de comunicación
en el desarrollo de la investigación judicial, Mariana Vargas aseguró que no se
respetaron los procedimientos regulares que instan a proteger la intimidad de
la víctima. Quizás aquí parezca más coherente la postura de Vargas, ¿pero cómo
mantener silencio sobre algo que conmocionó a la sociedad? Quiero decir, cuando
se supo que Nieva Ocampo podría estar secuestrada, su imagen inundó las
pantallas de las computadoras en sólo unas pocas horas. Y cuando se supo que
estaba a salvo y que, aparentemente, habría sobrevivido a una espeluznante
aventura, la gente solicitó mayor información sobre el tema, confiada en que
podían colaborar para detener a los maleantes o aterrorizada con la posibilidad
de convertirse en víctimas de los mismos personajes. El silencio no era una
opción en un caso como este; exigirlo es obrar de mala fe.
¿En el lugar equivocado y
en el momento equivocado?
Se suele decir que cuando
alguien sufre una desgracia sin haber incurrido en un comportamiento irresponsable
se estaba “en el lugar equivocado y en el momento equivocado”. Esta sentencia,
sin embargo, no se aplica a Nieva Ocampo, pues se sabe ahora que su denuncia no
es más que una maraña de mentiras.
De todos modos este
episodio de Nieva Ocampo sirve para traer a la luz el tema de las denuncias
sobre secuestros y el ejercicio de la prostitución. Las hembristas de la ONG a la que pertenece Vargas,
promoviendo su teoría de que habría una conspiración gubernamental para negar
la existencia de la trata de personas organizada en Jujuy, invocaron un caso reciente en el que dos jovencitas desaparecieron de sus hogares en San José del Bordo y
una de ellas reapareció más de un mes después en San Pedro denunciando haber estado en una
finca cercana a Yuto, en donde era obligada a trabajar en tareas domésticas y sufría del abuso
sexual por parte de unos bolivianos que también trabajaban allí. Lo que las
hembristas no señalan es que el secuestro no fue una maniobra para incorporar a
las jóvenes en una red de prostitución, sino que todo se trató, al parecer, de un
engaño o de una confusión. Y agrego lo de “al parecer” porque este caso en
particular tiene algunos detalles que sería mejor no pasar por alto (uno de
ellos, por ejemplo, es el hecho de que las jóvenes bordenses no fueron
secuestradas violentamente, sino que sólo fueron retenidas en contra de su
voluntad en la finca, después de que un vecino cercano las llevase allí tras
ofrecerle una oportunidad de empleo en el campo; seguramente las jóvenes no
sospecharon que un grupo de hombres las violentarían aprovechándose de su
debilidad física).
A lo que voy con esto es
que cada denuncia de una mujer debe ser tomada en su singularidad, puesto que
la misma demuestra que la ola de una violencia sistematizada en contra de las
mujeres no es más que una fantasiosa película de terror con un guión muy burdo: hoy en día
algunas mujeres fantasean con vampiros y otras con proxenetas. Es decir una
cosa es aceptar que a una mujer le ofrecen ser prostituta y luego se arrepiente
de ello al darse cuenta de que esa experiencia no es nada fácil de llevar, y otra
cosa es tener que afirmar que hay un aparato mafioso que toma a amorosas amas
de casa o a brillantes estudiantes universitarias y las transforma en muñecas
inflables que respiran.
Se podrían hacer numerosas
preguntas sobre el episodio narrado por Nieva Ocampo: ¿cómo la eligieron a
ella? ¿por qué Nieva Ocampo y no otras mujeres más frágiles, más agraciadas,
más abandonadas? ¿en qué pensaban los secuestrados al intentar llevarse a una
mujer de clase media con una familia protectora detrás en lugar de elegir a
alguien más vulnerable? ¿por qué los secuestradores la querían para
prostituirla a cambio de dinero y no para encerrarla durante años para
entretenimiento personal como nos enteramos hace poco que pasó en EEUU? ¿por
qué no la violaron?
Los interrogantes se
multiplican, pero las respuestas poco importan. Lo que importa es que Nieva
Ocampo no puede seguir manteniendo su mentira. Las hembristas maldecirán,
patalearán y dirán que el perverso patriarcalismo aún impera en nuestro siglo XXI o alguna sandez semejante,
pero al final del día habrán perdido la batalla que impulsan, porque podrán
manipular los discursos pero no los hechos.
Ángela Micaela Palomo
Lo que pasó con las chicas de la finca de Yuto se amplió después. En estos casos es casi imposible saber a ciencia cierta que pasó realmente, porque, como es lógico, hay mucho encubrimiento. Puede ser que las chicas hayan sido llevadas a la finca con una promesa de trabajo en la faena rural y, en lugar de ello, las hayan puesto a prostituirse y lavar platos. También puede ser que desde el principio les informaron que eso iban a hacer, se arrepintieron mientras los días pasaban y una huyó con los pocos medios de los que disponían. Caben las dos posibilidades.
ResponderEliminarLa chica que apareció en San Pedro dijo que había droga en el prostíbulo: en el 100% de los prostíbulos hay droga, y no siempre es para vender a los clientes (muchas veces las prostitutas la consumen para tolerar esa realidad horrenda en la que están inmersas).
Lo que quiero destacar es que el caso de las chicas de Yuto no parece una "red de trata" en el que había unas mujeres secuestradas y dopadas que eran permanentemente violadas por peones bolivianos. Era un simple prostíbulo, igual al prostíbulo que hay en la estación de servicio de Los Lapachos en Jujuy o el que está en la esquina de Balcarce y San Martín de San Miguel de Tucumán. Ni más ni menos espeluznante. Mujeres con dificultades económicas y familias disfuncionales que aceptan vender su cuerpo para sobrevivir.
El problema no es el cliente, el problema son esas mujeres a las que la falta de oportunidades en la vida las termina empujando hacia esa desgracia.
No puedo creer que haya mujeres tan pelotudas xq no hay otra palabra! Sos una personas ignorante que critica y opina sin saber ni siquiera como pasaron las cosas. El problema es que nuria apareció sana y salva y no como seguramente esperaban xq si ella hubiera parecido violada capaz que le hubiesen creído. Sólo Dios juzga a las personas y gente como vos que divulga cosas sin saber también vas a ser juzgada.
ResponderEliminarDisculpen, soy estudiante de comunciación, y me dá lástima esta publicación. Las argumentaciones de Ángela Micaela Palomo son insustanciales, arbitrarias y falaces. Si a alguien le itneresa un debate serio, estoy dispuesto a dialogar y defender mi posición, pero ante la desvergüenza de lo publicado en esta nota, la mejor refutación es la difusión de la nota tal cual está, se refuta sola, puesto que las audiencias no son sujetos pasivos, sino que conocen la realidad y saben que lo expresado acá es diametralmente opuesto a la realidad que vivimos cotidianamente en jujuy, sobre toda, las mujeres. Saludos!
ResponderEliminarEl artículo no es una investigación sino una conjetura. En rigor sólo es conjetural la parte en la que habla sobre qué le pasó a Nieva, lo demás es mera desarticulación del discurso hembrista.
EliminarjuaJAUjauaj me mata este muchacho.
Eliminar"Hola, soy Juan Carlos Pelotudo, Licenciado en Comunicalogía Avanzada por la Universidad de Manchester, y quiero decir que mis estudios me avalan para decir que lo suyo no está bien pero no me permiten dar un sólo argumento para comprobarlo. Si quieren mi opinión experta pueden consultarme en la cátedra de Comunicatrónica Feminista, buenos días".
¿A quien le ganaste cofla? Encima lo peor es que habla en nombre de "las mujeres". Un muñeco de torta este tipo, comete un alfajor.
Disculpen que discrepe pero para mi Nuria Nieva hizo lo que hizo no para llamarle la atención al novio, sino porque estaba pasada de frula. Ella se clavó una pepa y se perdió por ahí, inventando lo del secuestro para que la familia no se entere que es una drogona. No se olviden que Nuria trabaja en un boliche muy famoso, donde es más fácil conseguir droga que agua mineral.
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